lunes, 3 de noviembre de 2008

Jalogüín

Querido sobrino:

El viernes fue Halloween (léase Jalogüín, como Romelín, o Reikialín). Este año tiene la particularidad de que ha caído a fíin de semana, así que han coincidido las fiestas (que se suelen hacer en fin de semana siguiente) con los niños recorriendo las casas con el trick or treat. No te pienses que aquí Halloween es sinónimo de brujas, vampiros y demás abominaciones, no. Se ha convertido en una versión americana de nuestro carnaval. Se ven más disfraces de hadas madrinas que de brujas, más Batman que Drácula, y este año, muchas Sara Palin (bueno, esa sí que da miedo).

El viernes al llegar a casa me encontré con los niños con sus padres por el barrio, de casa en casa, así que presto tomé la cámara y me bajé a disfrutar del ambiente. casi al lado, habían cerrado una calle y todos los vecinos habían decorado las casas con motivos de Harry Potter: la tienda de venta de varitas, la casa de Griffindor, el coche volador encima de un árbol... y toda la acera estaba llena de calabazas huecas con velas, lo que aquí llaman Jack'o Lantern, según la tradición irlandesa. Todos los padres disfrazados con sus hijos llenaban la calle, e iban de puerta en puerta, de casa en casa a por caramelos. Un ambiente estupendo, que me hizo pensar en la facilidad que tiene esta gente para hacer suya cualquier fiesta, hacerla tradición y además convertirla en un acto familiar y comunitario.

Esa noche acudí a una fiesta en un bar, que ya es otra cosa, mucho disfraz y demás, pero nada del otro mundo. Eso sí, hay quien al volver a casa trazaba unas curvas que ya quisiera la de Villanubla.

El resto del fin de semana se ha ido en cosas varias, principalmente en curar el tremendo cansancio que llevo encima. el sábado tuvimos una cena en casa para despedir a una de mis compañeras de piso, una italiana que volvía al hogar. Se pasó el día cocinando y fue lo más parecido a una comida de verdad desde que llegué a este país: queso y vino para ir haciendo apetito, dos platos de pasta, postre (tiramisú), y sobras para el día siguiente, que siempre se agradece. El único punto negativo de la noche fue que la italiana decidió ponerse botas (que no las botas, que esas ya me las puse yo comiendo), y ha dejado el parqué de la cocina todo lleno de marcas de los clavos. Para compensarlo ha querido regalarle a la dueña una alfombra de cocina, y ésta ha elegido una rosa que pronto nos traerán. Presiento que el café del desayuno no va a volver a ser lo mismo... Otra curiosidad es que estaba tan cansado que me metí a toda prisa en la cama y se me olvidó apagar el calentador. Como referencia: tengo un aparato de esos de aire caliente hasta que a la dueña le dé por poner la calefacción. Lo pongo un poco antes de irme a la cama. Según ella "con 15 minutos es bastante" y sobre todo "no te duermas nunca con él encendido". A mí se me olvidó, y me desperté a las 4 de la mañana con una sudada impresionante y ahogándome de calor.

El domingo, querido sobrino atiende bien a esto que te compete, me sentí una persona normal, delgada, con buen gusto y tremendamente aseado. Todo ello debido a que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, y yo tuve a bien acudir a una convención de comics, llena de friquis gordos, malolientes y vestidos de negro (cuando no del Jocker). Aún así empleé cientos de horas en recorrer miles de stands y bucear en números atrasados, comics de los años 60 y piezas de coleccionista de varios cientos de dólares.

Para terminar el fin de semana, ayer acudimos al cine a ver "Nick & Norah's Infinite Playlist". Una comedia sobre adolescentes (que no para adolescentes) en la línea de Juno. No tiene un gran argumento, no pasa nada, pero estuve toda la película con una sonrisa, a gusto y disfrutándola un montón... así que queda recomendada para su estreno en España.

Mañana son las elecciones, y está todo el mundo revolucionado. Te contaré con calma.

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